#Tepoztlán está muy cerca de la Ciudad de México. Prácticamente todos conocen el pueblo y muchos han subido al cerro del Tepozteco, ese que se ve al final de la calle en la fotografía.
Para sorpresa de varios, hace unos días conocí el pueblo, porque no, nunca había ido, a pesar de estar tan cerca.
Subí al cerro y celebré con "chicharrones" con salsa. Casi me caigo en una calle del pueblo por tremendas subidas y bajadas. Vi personas borrachas que se pelearon en la calle. Quise bailar porque escuché canciones de salsa en el quiosco. Me acordé de mi abuelita y la imaginé en ese lugar. Cuando llegué a la cima del cerro me di cuenta que mi cámara no funciona más. Comí una nieve y elegí el sabor al azar. La nieve tenía un gran significado, se llama Mil Flores y es una cura para el corazón y el alma. Me dieron un masaje/terapia. Vi un poco del atardecer en una terraza. Me estresaron tantas personas. Tuve una pesadilla horrible por la noche, mientras los perros ladraban. Me temblaban las piernas y caminé como Playmobil los siguientes días. (Los Dinamos y el Tepozteco en la misma semana y sin entrenar.) Canté y a pesar de mis inflamaciones por angioedema y dermatitis, me sentí muy feliz y orgullosa de mi cuerpo, es maravilloso. Nos perdimos antes de llegar al pueblo. Desayuné chilaquiles verdes en los antojitos mágicos. No me sentí sola en compañía. Compré hilos rojos del destino porque me gustó el empaque.
Aún con tantas personas en el pueblo mágico como visita de primera vez, estuvo muy bien. ¿Vamos?