Miré la batería de mi celular y tenía 30%, me arriesgué y me puse los audífonos para escuchar música. Como en una película, mirando el mar y el desierto por la ventana de un autobús, viajando sola, escuchando a Cerati y su Magia... de pronto, ¿vi bien? Dudé de mi visión, obviamente, pero traté de enfocar y me quité los lentes oscuros. Un señor que estaba en el asiento detrás al mío brincó del asiento con cámara en mano para mirar por la ventana. Mi miopía no me estaba engañando ¡Era una ballena!
¿Cómo era posible? ¿Y si no fue? Y en eso, el universo entero gritándome que no estoy tan ciega como pensaba, volví a verla y ya no habían dudas. Estaba muy lejos, pero lo suficientemente cerca para verla. El señor y yo nos miramos como cómplices, yo quería gritar un poco. No, la cámara no captó esos momentos, choqué contra el vidrio en varias ocasiones y preferí guardarla.
¡Qué sensación la de viajar por carretera! Confieso que no me gusta ser copiloto, me pongo muy nerviosa y no disfruto nada. Tendré que encontrar a un buen conductor que me haga sentir un poco más segura. Pero todo cambia cuando voy en un asiento de autobús con una carretera tan libre como la de Los Cabos. Parecía por momentos que sólo íbamos nosotros. A la mitad del camino me cambié de lugar para mirar el mar de mi lado derecho, justo cuando vi la ballena.
Cuando llegué a la estación de autobuses de Cabo San Lucas me di cuenta que en ningún momento vi un mapa. Reinicié mi celular y con 20% de batería pude abrir Google Maps. Ok, estoy un poco lejos, pero no tanto. Pensé. Y así comencé a caminar y caminar. (Pregunté por un camión que me llevara a la playa, pero el que me dijeron que debía de tomar, no pasó) No sé por dónde estuve, yo seguí y seguí caminando. Veía a lo lejos el cerro que me guiaba, pero de pronto eso ya no era suficiente y mi intuición me guió por otro lado. Es increíble el cambio que hay entre calles, me encontré con escuelas, tiendas, calles polvosas, personas yendo a comer, banquetas angostas y en cuanto llegué a la avenida principal todo se convirtió en Señor Frogs, turistas, calles sin polvo, banquetas amplias, cafeterías, hoteles, un gran centro comercial... ahí me di cuenta que había llegado al sueño de muchos.
Pregunté por la entrada a la playa y con la esperanza de llegar y tirarme en la arena, caminé. Tenía que subir por una calle y ya estaba dudando si estaba en el lugar correcto. De pronto, el mar y el arco escondido. Llegué corriendo a la playa, entre restaurantes y muchísimos turistas, escogí un lugar y me senté sobre la arena. Me miraban raro, creo que pensaban que vendía algo jaja. Estaba dándome por vencida, no podría hacer ningún tour para ver el arco porque había llegado tarde. Disfruté de la playa y no paré de enviarle mensajes a mi hermano, que siempre ha querido visitar Los Cabos y no ha podido.
No podía faltar la foto de "Los Viajeros". Claramente se ve que ellos me han acompañado en mis últimas aventuras. |
Cuando volví a sentarme, tuve ese momento de introspección. Soy afortunada, estoy acá tan viva como siempre he querido. Pensé sin escribirlo. De inmediato comenzó un chico a cantar en un karaoke medio improvisado sobre la playa, Wonderwall de Oasis. Mi corazón brincó un poco. Comencé a grabar porque quería que existiera la prueba cuando contara lo que pasó. Esas locuras que de pronto tengo, al pensar que no creen en mis historias y en cómo todo se va entrelazando. En el video una niña se atraviesa y decidí creer que es mi 'yo del pasado' disfrutando y dándome las gracias. Dejé de grabar y canté.
Ya fue. No vi el arco, será para la próxima. Tomé mi mochila y caminé por la orilla. Un señor que estaba en una panga o lancha me gritó si quería hacer el tour al arco, me acerqué para preguntar si todavía se podía, porque el atardecer ya estaba comenzando. Él me dijo que todo se podía. Claro, quiere dinero. Hice un gesto de desconfianza y me preguntó cuántos éramos. Me reí y él se sorprendió más cuando le dije que sólo era yo y tenía poco dinero. Súbete, te llevo para que tomes fotos. Y sin pensarlo dos veces, me subí.
Primero pasaríamos por tres personas a un yate y los llevaríamos a la marina. Yo estaba desesperada, veía el cielo ponerse cada vez más naranja y veía la hora. Las personas tardaron mucho y después no querían pagar. Cuando por fin íbamos hacia el arco, tres chicos sobre una roca comenzaron a hacer señas, otros tres estaban nadando. Los dejó su embarcación y ya no podían volver a la playa. Estaban pidiendo ayuda. Nos acercamos y comenzaron a subirse. Tuve mucho miedo porque casi nos volteamos por el peso de ellos. ¿Qué estoy haciendo en una lancha con 7 hombres? No, no estaba en mis planes rescatar a turistas, pero fue muy divertido y nuevamente pensé que si lo contaba no me creerían, así que comencé a grabar. Me daba mucha vergüenza grabarlos directamente, así que sólo hice un paneo rápido, como que estoy grabando el mar, oh qué lindo el mar. Y de pronto el lanchero se dio cuenta. Pueden verlo en el video:
Minutos después sucedió: Hola Arco del Fin del Mundo, nos conocemos, mucho gusto, mi nombre es Jadis y ayer fue mi cumpleaños.
Yo sonreía como boba y tomé fotos, porque sabía que sólo estaríamos unos minutos frente al arco. Después vimos a un montón de lobos marinos, y casi podía escuchar que nos gritaban "¡Fuera de mi casa!". Cumplí un sueño ajeno, y sin querer, una meta de conocer un lugar con un nombre tan definitivo. En el Arco del Fin del Mundo volví a comenzar y las certezas aparecieron una por una. Estoy en el camino correcto, aunque no haya carretera.
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