Hace poco más de un mes estaba viendo el atardecer en Puerto Vallarta, disfrutando cada minuto que pasaba ahí. Es una de mis debilidades, los atardeceres son hermosos, platico con el sol como si estuviera loca; cuando se oculta y quedan los destellos en el agua, pienso en todo lo que quiero ver, en todo lo que me falta de mi lista de deseos. Siento que se me va el tiempo, que no lo aprovecho y que quiero más de lo que tengo ahora mismo.
Debo de confesar que no fue sencillo tomar una decisión tan drástica, pero se que hice lo mejor. Los dos hace mucho tiempo que ya no eramos felices, de pronto la costumbre y la falta de sueños en común nos llevó a comernos los deseos propios, a detenernos y frenarnos el uno al otro, aun cuando queríamos lo contrario. Parecía que nos hundíamos cada vez más. No lo soporté. No puedo ver a alguien que amo siendo como no quiere ser y no puedo verme haciendo todo lo que se pueda para no cambiarlo. Decidí terminar con una relación de más de cinco años. Ninguno de los dos merece la mediocridad, ninguno merece los colores grises.
Sé perfectamente, con el corazón en la mano, que fue lo mejor para los dos. Nuestras vidas ya estaban en rumbos completamente distintos. Ahora sé que podemos con eso y más, que haremos nuestro mejor esfuerzo para cumplir las metas que nos hacen falta, sé muy bien que ésto es un gran empujón, un salto sin paracaídas y que veremos la vida con más colores de los que ya hay. Estoy agradecida infinitamente por haber compartido parte de mi vida con él. Eso nada, ni nadie lo cambiará.
No tengo idea de qué pasará después, pero sé que éste gran empujón me llevará a hacer cosas que jamás pensé que estarían tan cerca de mí. Tal vez por eso no había escrito ni publicado nada más, necesitaba serenidad y calma, casi como cuando veo un atardecer. Es el momento perfecto para volver a comenzar ;)
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