Al sumergirte en el agua tan clara de este cenote tendrás la sensación de tener 10 años menos, al menos así será mientras disfrutas del paisaje y la tranquilidad. En mi segunda visita a Holbox tuve la fortuna de conocer Yalahau y ha sido una experiencia más que liberadora.
Durante la primer cena del viaje, encontramos a un chico bastante peculiar que nos ofreció tours, así que entre la cerveza y el arrebato por hacer de ese viaje algo memorable: aceptamos. Nosotros nos dejamos llevar por el momento y nunca cotizamos con otras personas, pero ahora, con mis errores, ustedes pueden aprender. Ese mismo día di una caminata por la playa al amanecer y encontré a varias personas ofreciendo su servicio de tours, mucho más en forma y más baratos (a partir de 150 pesos por persona). No desesperen y encontrarán a la persona perfecta que los lleve y les haga el viaje ameno.
Al día siguiente encontramos al chico en el muelle, nada puntual y con cara de desvelo, al igual que todos. Nos acompañaban en la lancha un chico y una chica de Suiza, igual de impuntuales jaja, y a ellos los vimos directamente en su hotel. (Sí, van directamente por ustedes a su hotel u hostal). Después de mucho tiempo, algunos recorridos y cansancio, el último sitio a visitar fue este pequeño y mágico lugar.
No tardan más de 20 minutos en llegar. La única forma es rentar una lancha, y hay de distintos precios, puede ser con un tour o que simplemente los lleven directamente al cenote. El agua es bastante fria y la profundidad es de hasta 4 metros. Si no sabes nadar, puedes entrar con tu chaleco salvavidas que llevas durante el recorrido en lancha. Es muy recomendable llevar comida, hay una palapa y pueden hacer un picnic o comprar comida en los pocos puestos que hay en el lugar.
Debo confesar que yo he dejado una parte de mi en este bello sitio, entre el silencio que de pronto hubo, me sentí muy pequeña y vulnerable. Nada malo, al contrario, tiré un par de recuerdos y me encontré con una persona distinta a la que llegó. Fue una catársis. Les comparto mi escena favorita: Caminaba sobre la madera, en medio del manglar, llorando un poco, porque soy demasiado sensible y fue un viaje tremendamente fuerte, mis amigos ya estaban en la lancha y sólo una persona me esperó, me vigiló todo el tiempo, y al final del camino, me dio la mano.
Al final, los viajes son eso: Reencontrarnos y encontrarnos. No importa si es cerca de casa o a miles de kilómetros, en el mar, en el bosque o en una ciudad. Todos los que hemos viajado y amamos hacerlo, sabemos que llega ese momento inesperado que nos mueve todo y por lo que al final, sabemos que valió la pena.
El cenote Yalahau tiene una leyenda, que al sumergirte te sentirás diez años menor. En mi caso, fue al salir del manglar, no era diez años más joven, pero si era diez veces más ligera. Así que, en su visita a Holbox, vayan y disfrútenlo!
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